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cadena epidemiologica

 La cadena epidemiológica es el resultado de la interacción de un agente, a través de una vía de transmisión y un huésped, con influencia del medio ambiente, cuyo resultado es una enfermedad.

El agente patógeno, que inicia la cadena epidemiológica, se escapa de su reservorio y ataca a otro nuevo huésped, infectándolo. Se considera que el medio ambiente influye en la transmisión del agente patógeno, ya que el agente y el huésped están dentro, al igual que la vía de transmisión.

El estudio de una cadena epidemiológica se realiza para analizar enfermedades infecciosas, identificar los eslabones que componen la cadena y prevenir y controlar posibles enfermedades. Se propone el uso de niveles de prevención para evitar que una epidemia se extienda en la población.

Algunos de estos niveles se aplican incluso antes de que el agente patológico se extienda, a través de la promoción de hábitos de vida saludables.

El agente patológico necesita ser reconocido antes de que se transmita por el medio ambiente, evitando así el contagio de más huéspedes. Por ello, es importante analizar los eslabones de la cadena y descubrir cuál es el punto de contagio.


 

Si no se frena la cadena en sus inicios, esta puede resultar en varias cadenas epidemiológicas ilimitadas, convirtiendo a los huéspedes en agentes patológicos y recomenzando la cadena desde sus inicios. 

Eslabones de la cadena epidemiológica

La cadena epidemiológica comienza con el agente causal, que es el que puede provocar una enfermedad. Son bacterias o toxinas animales o vegetales, necesarios para la transmisión de una enfermedad.

Reservorio

El reservorio es el hábitat natural del agente causal, del que depende para poder sobrevivir y reproducirse. Los reservorios pueden ser animados (humanos), animales o inanimados (suelo, agua…).

Portador

El portador del agente infeccioso es todo aquel que tenga el agente biológico en su sistema, aunque no presente ningún síntoma o lo esté eliminando.

Puerta de salida

La puerta de salida del agente causal de su reservorio puede variar dependiendo de su localización. Dentro de los reservorios animados y animales, las puertas de salida pueden ser: respiratorias, digestivas, genito-urinarias o de la piel y mucosas.

Una vez que el agente causal sale de su reservorio, pasa al nuevo huésped a través de una vía de transmisión.

Las vías de transmisión de los agentes causales pueden ser directas: a través de contacto físico directo, sin contacto físico, como puede ser a través de un estornudo, o indirectas: a través de artículos contaminados, como jeringuillas o alimentos.

Puerta de entrada

Para que el agente causal pueda entrar en el nuevo huésped, necesita una puerta de entrada. Las puertas de entrada son las mismas que las puertas de salida.

Una vez que el agente causal entra en su nuevo huésped, este será infectado si las condiciones naturales son idóneas para el desarrollo del agente biológico.

Huéspedes

Los huéspedes son los humanos y los animales.

Los huéspedes pueden ser susceptibles de infección, ya que no tienen suficientes defensas contra el agente patógeno. Sin embargo, existen mecanismos corporales de defensa contra los agentes tóxicos.

A estos huéspedes se les conoce como inmunes. La inmunidad, que es el estado de resistencia del huésped, puede ser natural o adquirida.

Inmunidad

La inmunidad es el estado de resistencia del organismo frente a ataques externos. El organismo dispone de mecanismos de defensa. El mecanismo de defensa reconoce los componentes del agente patógeno y se activa para eliminarlo.

Primero, se localizan las células afectadas por el agente patógeno, y se comienza un proceso de barrera para que no se extienda. Los métodos de barrera pueden ser mecánicos o químicos. Los primeros son impedimentos físicos, como la capa externa de la epidermis.

Los impedimentos químicos forman un medio hostil donde el patógeno no puede desarrollarse. Ejemplos de impedimentos químicos son la saliva y el sudor, entre otros.

La inmunidad puede ser natural o adquirida. La inmunidad natural es aquella que proporciona una barrera general y que no necesita ser estimulada. Puede ser la piel, las mucosas y la saliva, entre otras.

La inmunidad adquirida es aquella que necesita de estímulos externos. Esta puede ser activa, cuando es el propio cuerpo el que reconoce el agente patógeno e inicia el proceso de protección.

Otro caso de inmunidad adquirida es la pasiva, cuando el organismo recibe otros anticuerpos ajenos formados en otro huésped. Dentro de las inmunidades adquiridas pasivas, se incluyen las medicinas y las vacunas.

Clasificación de enfermedades

Cuando los agentes patógenos se mueven desde su reservorio a un huésped, pueden llegar a multiplicarse y provocar contagios a varios huéspedes. Dependiendo de la frecuencia de contagio y el tiempo entre cada uno, pueden distinguirse diferentes niveles de enfermedad.

Epidemia

En la epidemia, el agente patógeno contagia a un número de huéspedes superior de lo esperado. Es limitado en el tiempo y el espacio. Es un fenómeno de masas que supera la incidencia normal del agente patógeno.

Pandemia

En este caso, el agente patógeno contagia a un número de huéspedes en un espacio ilimitado. Puede atravesar fronteras de países o incluso continentes, pero es limitado en el tiempo.

Endemia

El número de patógenos se multiplica y se alarga en el tiempo y el espacio. Aquí es cuando se comienza la vigilancia epidemiológica por parte de las instituciones correspondientes.

Estas instituciones necesitan conocer con detalle el desarrollo de la cadena epidemiológica para frenarla y poder actualizar a la población con informaciones de cómo no contraer el agente patógeno.

Niveles de prevención

Según la OMS, la prevención se basa en las medidas cuyo objetivo es prevenir la aparición de la enfermedad, poner fin a su avance, limitar el daño que produce y atenuar sus consecuencias una vez establecida.

La medicina preventiva estudia la forma de prevenir enfermedades y promover la salud y la longevidad. Se han postulado tres niveles de prevención: primaria, secundaria y terciaria.

La prevención primaria

La prevención primaria es aquella que se da en la fase previa al desarrollo de la enfermedad o fase prepatogénica. En esta etapa, las células del huésped aún no han sido involucradas en el proceso.

En este momento se desarrolla el inicio de la cadena epidemiológica y el agente patógeno se mueve en dirección al nuevo huésped. Para prevenir las enfermedades en esta fase, se promueve la salud en general, con hábitos saludables de alimentación y ejercicio.

La prevención secundaria

La prevención secundaria se desarrolla en la fase patogénica del virus. En esta fase nos encontramos en el punto de la cadena epidemiológica donde el huésped es infectado por el agente patógeno.

En esta fase ocurre el periodo de incubación y los cambios son reconocidos por el huésped como síntomas de enfermedad. Como método de prevención se utiliza la protección específica, esto quiere decir, diagnosticar la enfermedad, y comenzar con medidas indicadas especialmente para un tipo de enfermedad ya reconocida.

La prevención terciaria

La prevención terciaria se encuentra en la fase de recuperación, en lo que se conoce como periodo postpatológico, tratando de limitar las secuelas o iniciando la rehabilitación.

En este nivel de prevención se intenta limitar el daño que ha causado el agente patógeno en el huésped y se comienza el proceso de rehabilitación si quedase algún tipo de secuela para llevar a una recuperación integral.

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